Se acabó la semana santa, y empieza la santa semana, y voy a tener que sostenerla con canciones por si acaso, que hay que ver las cosas que me pasan cuando me pongo a jugar a las sorpresas, que abro al azar Defectos escogidos y me encuentro un capítulo de mi propia biografía titulado el incompetente, díganme ustedes si no da miedo y si no hace falta urgentemente un vendaval sonoro que nos levante como un torbellino de la silla y no nos deje mirarnos el ombligo mientras fuera está la vida color clavel reventón y tan bien vestida...
hay que ver lo tonto que me pongo en cuanto al aire empiezan a salirle golondrinas y cómo el desánimo se pone encima de mis ganas
y me levanto cansado y al despertarme tengo pesadillas y miro pero me siento ciego y hablo pero me siento mudo y escucho pero me siento imbécil en sentido literal etimológico incapaz de caminar sin un apoyo
como el que busca unas gafas que lleva puestas y se va angustiando al no encontrarlas
(y no me jode por mí, que soy vela que aguanta su palo desde niño y sabe que en cualquier momento abril se va a llenar de enero; me jode porque fallo a los que vienen con motivos reales para el desánimo, los que vienen a buscar un poco el calor de mi caricia como otras tantas veces y me encuentran tan frío, tan sin saber lo que me pasa y tan torpe a la hora de explicarme)