(Mañana ha sido hoy tan de repente)

mi edad, señores, 900.000 años


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Se llama ciencia y su saber se funda en hechos comprobados. Enuncian leyes que se cumplen siempre. Y en ese siempre, duerme la paz de la certeza y el filo oscuro de lo inevitable.

Fue Lavoisier el primero en comprobarlo, pero no importa el hombre, importa el hecho: en una reacción química la materia ni se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma.

Y ahora es cuando sueño. Cuando me asombro.

Pues si me corto la mano y se la doy a comer a los perros la materia que conforma mi mano, que era mi mano

(piensa, párate un segundo a pensar, hablamos de una mano, piensa la cantidad de cosas que se hacen con la mano y párate cuando llegues a diez)

o sea, mi mano pasará a ser otra cosa, formará parte de otro ser, de varios seres, acabará siendo parte fundamental de algo que de no ser por mi mano no sería.

Así que esto que soy, este amasijo de vísceras y jugos, estos pelos, estos labios, este yo tan así, tan reconocible en el espejo, lo que vengo a llamar yo, vamos, está conformado por miríadas de porciones materiales que vete tú a saber de dónde vienen. Pero puedo aventurar que formaron parte de las bacterias de la caries de un tiranosaurio, de las puntas de los látigos que azotaron a los esclavos que construyeron las pirámides, del residuo sideral del cometa Halley, o de la superficie de la estrella Alfa de Centauro. Del tintero donde Cervantes mojaba la pluma con la que escribió el Quijote, del ombligo de Miss Universo 1946, del bigote de Hitler y de la bañera de Arquímedes, de regiones ignotas que jamás verán ojos humanos, de tiempos en los que no habrá memoria que pueda recordarlos.

Y cuando yo ya no esté, cuando aventen mis cenizas; seré aire y llegaré a conformar seres increíbles, elementos raros, gases nobles, adarmes de nada, partes de un todo.

Y es ese tipo de consciencia la que me tiene frito.
El saber que eso es ciencia.
Hecho probado.



(El título, of course, es un verso de Alberti de Cita triste de Charlot.)

2 han querido poner más luz en esta calle

Blogger Diang Lugo, cual luciérnaga, añade que...

Qué ironías las de la vida cierto?

Pensar que luego de ser seres fuertes y llenos de vigor pasaremos a ser alimento de animales e insectos...

Pero así son las cosas.

Buena reflexión, saludos...

12/3/09 03:58  
Anonymous Anónimo, cual luciérnaga, añade que...

Pues sí, de materia de estrellas estamos hechos.
Y además parece ser que cada vez que respiramos tomamos algunos átomos del mismo oxígeno que combinó con su carbono Julio César.
No somos nadie.
Y, como decía el pesimista, menos los bajitos.

Un abrazo.

13/3/09 15:08  

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