(Mañana ha sido hoy tan de repente)

mi querido eme erre


05x032008
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"Para ti que gobiernas el país del rencor
donde todo está inmóvil,
donde nada se cura.

Para ti que conviertes
cada palabra en una cicatriz,
cada recuerdo en una barricada.

Para ti se inventaron la soberbia y la ira.

Yo que viví en tu mundo de horas irrevocables
y golpes sin regreso,
sé que no existe paz para tu guerra,
que no hay más que pasado en quien nunca habrá olvido.
Adonde vas a ir,
si a tu sed de veganza no hay agua que la sacie;
si no exite victoria que te haga sentir fuerte;
si tú vives
como quien para huir del fuego sube
como quien para huír del fuego sube
como quien para huír del fuego sube
como quien para huir del fuego sube
como quien para huír del fuego sube
como quien para huír del fuego sube
como quien para huír del fuego sube
a la azotea de una torre en llamas.

Para ti
cuyos ojos abiertos en las sombras
son las heridas blancas de la noche.

Para ti en cuyas manos
se leen los venenos,
se clavan para siempre las espinas.

Para ti se ha inventado la amargura".

BENJAMÍN PRADO, La Rencorosa,
Marea humana,
Ed. Visor, Madrid, 2006. Págs.17-18







Le estuve escuchando, atentamente, con los oídos puestos en los ojos. Le escuchaba formular preguntas que usted debiera saber que ya tienen respuesta. Que la tuvieron siempre.
Que ya les habían dado los poetas, sus abuelos, sus vecinos. Que sólo hacía falta mirar con los oídos.

Benjamin Prado, escribía en la página setenta y dos de ese libro inmenso:

EL INMIGRANTE


Voy a hablar
de dos hombres
con una misma historia.

El primero
se acerca por el mar
y conoce
el sabor
salado
de la muerte.

Ha sufrido
la guerra y el expolio,
quién sabe si la cárcel,
la tortura,
la caza de su piel,
de sus pasiones,
su género,
su orígen,
sus ideas...
o simplemente
el duro
latigazo
del hambre.

En resumen:
un ser sin esperanzas.

El segundo
ha llegado
también
a otra ciudad
y escapa
de un país
dende gobierna el crimen.
Un día
conoció
el respeto
y la fama,
pero hoy
es como el vino derramado:
es oscuro sinónimo
de la sangre vertida.

El primer hombre
viene
hacia nosotros
y sueña
con la paz
de los talleres,
el edén
neutral
de los supermecados,
la música cuadrada de las carpinterías:
cualquier cosa
mejor
que su destino.

El segundo,
el que huye
con el dolor aún humeando en su ánimo,
alguna vez soñó
que las balas
podían asesinar personas
pero nunca razones;
soño
con catedrales que no fuesen
el refugio del lobo;
con un sol
que llegara
al fondo
de las minas.

El primer hombre
es Pablo
el panadero;
Hassan el sastre,
o Evo el albañil.
El otro se apellida,
por ejemplo,
Cernuda,
o Jiménez,
o Alberti
y de él
nace el espanto
como en las uvas crece
la costumbre morada de la luz.

Habrá quien los compare
y solo vea entre ellos un abismo.
Y habrá quien vea un puente:
a un lado la Justicia
y a otro lado la Historia.

Pregúntate
a
cuál
de
ellos
te
pareces.

Pregúntate
cuál
de
ellos
quieres
ser.


2 han querido poner más luz en esta calle

Blogger Carz, cual luciérnaga, añade que...

Hemos llegado al paroxismo -en su sentido médico- de la democracia en la que se puede votar a una mafia u otra. El político debe ser una persona con empatía y destreza, no el fruto del chalaneo y de la lisonja a unos cuantos que forman "la familia".

Hemos llegado al relevo generacional, no por méritos, sino por lameculismo: se hecha de menos a un Carrillo, un Anguita, un Tierno Galván y, si me apuras, un Suárez o un Felipe González.

Yo aguanté menos de cinco minutos el debate, me tomaban por gilipollas, y me puse a ver una película. En cinco minutos me habían recontraconfirmado mi voto: una papeleta en la que se diga que quiero listas abiertas. Un voto nulo.

Tengo amigos de ambos tipos de los que nombra Prado. Veo sus puentes como veo el mío que me une a ellos. Alguno está en trámite de expulsión, y me parece infame. Pero en general desconozco la solución. Por esta incompetencia, no debo ser político. Ojalá hicieran ese ejercicio de autocrítica.

Un abrazo.

5/3/08 14:04  
Blogger ybris, cual luciérnaga, añade que...

Me alegra más poder agradecerte tus citas de Benjamín Prado, con quien me he sentido muy identificado por extrañas circunstancias de lugar y tiempo y amistades, que incidir en mi repulsa al discurso de Rajoy.
Hay que reivindicar un ápice de cordura en medio de tanto disparate.
Y si puede ser con sana poesía mucho mejor.

Un abrazo.

6/3/08 07:30  

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